CRÍTICA DE LIBROS: El Alienista de Caleb Carr

     Por La Agenda del Crimen 

     
Publicada en 1994, El Alienista es una obra madura y muy bien documentada. Su autor, Caleb Carr, ganó con ella el premio Anthony 1995 a la mejor primera novela, aunque no entendemos muy bien por qué, ya que, en 1980, su autor ya había publicado Casing the Promised Land, novela ciertamente menor, que repudió y de la que pidió a los lectores que no la leyeran.
     La obra se adelanta un par de años a la serie de la NBC Profile antecedente de las series y películas que han protagonizado un pequeño “Boom” de interés por la perfilación criminal, la Criminología y la Criminalística. Series como CSI Las Vegas (y sus spin-offposteriores) o Mentes Criminales (ambas comenzaron a emitirse en el año 2000) y películas como Cazadores de Mentes [Mindhunters, 2004] (con un argumento ya muy alejado del realismo que pretenden mantener las series televisivas). El Alienista cuenta la historia, ficticia, del que podría haber sido el primer perfilador de la historia.


     La obra nos sitúa en el año 1896, en una ciudad de Nueva York que se está transformando en la macro-urbe moderna que será después. John Schuyler Moore, periodista de sucesos del New York Times, recibe la llamada de un antiguo compañero de estudios en Hervard: el alienista Laslo Kreizler. Ambos se reúnen en el puente de Williamsburg, escenario de un crimen donde se ha mutilado sádicamente a un muchacho que ejercía la prostitución. Ambos colaborarán con el Departamento de Policía, dirigido en esos años por Theodore Roosvelt, para intentar dar caza al asesino. A su equipo se sumarán otros personajes, entre los que está una secretaria del Departamento de Policía, Sara Howard, que desea convertirse en la primera mujer policía de Nueva York, y los hermanos Isaacson, Marcus y Lucius, dos detectives empapados en las técnicas más innovadoras de investigación policial que, de manera incipiente, comienzan a configurar lo que hoy es la actual criminalística.
     La obra, bien escrita pero, como es característica de los autores americanos actuales, exenta de preciosismos o búsquedas expresivas más allá de la corrección, se deja leer por todos los públicos que soporten, eso sí, determinadas descripciones muy logradas de las mutilaciones y brutalidad con las que obra el asesino. Para el lector que sólo busque acción y suspense, quizás se ralentice demasiado el ritmo en algunos pasajes absolutamente necesarios, sin embargo, para la trama y que son, precisamente, los mayores méritos de la obra. Y es que Kreizler es un Sherlock Holmes de New York que aplica todos sus conocimientos sobre la psicología humana a la investigación. La novela desentraña el arduo trabajo que representa la elaboración de un perfil psicológico que conduzca a la policía a estrechar el círulo sobre su asesino. Los investigadores protagonistas no corren de aquí para allá disparando o persiguiendo matones (aunque los últimos compases de la novela contengan más acción que en el grueso del desarrollo), sino que reflexionan en su centro de operaciones sobre los motivos y la conducta del asesino desconocido.
     El Alienista tiene muchas virtudes. Para empezar, la documentación del autor es tan extensa como exacta. El autor ha sabido combinar los precarios medios de que se disponía en la época con los conocimientos sobre perfilación que se poseen hoy, de manera que resulte realista que un personaje del siglo XIX describa a un asesino a la manera de un agente Ressler del FBI o un Canter de hoy (dos figuras principales de la historia de la perfilación criminal).
     La elección de la época es otro punto a favor de las posibilidades narrativas que la novela no desaprovecha. Es un acierto situar el argumento en el ocaso del siglo XIX cuando todo el mundo estaba en una transformación que nadie (salvo tal vez Julio Verne) pudo imaginar hacia dónde conducía. No sólo estaba Europa sumida en plena revolución industrial y el espíritu de las revoluciones liberales abandonaba las clases medias y se asentaba en forma de Marxismo en las humildes. También era una revolución lo que se vivía en psiquiatría (precisamente el personaje es un psiquiatra forense, un alienista), ya que al antes considerado como iluminado, endemoniado o tocado por energías suprahumanas, ahora se le veía como un enfermo y, por primera vez, los “asesinos locos” eran “justificados” y “defendidos” por los alienistas en los juicios e internados en instituciones especiales en las que se le daba un tratamiento y no sólo se les recluía, en lugar de en presidios (por mucho que los manicomios de la época no fueran muy “humanitarios” la consideración de enfermo en lugar de “loco” no deja de ser un avance). Nacían, al mismo tiempo, las primeras teorías consistentes en psiquiatría y psicología con William James y Freud.
     También fue la época en que la investigación criminal comenzó a ser científica. Cambiaban los paradigmas y la criminología tradicional, sustentada más en la filosofía o la ética que en los hechos, viraba hacia el positivismo.
     Las grandes urbes como Nueva York también se transformaban. La ciudad de Nueva York se estaba convirtiendo (ya lo era en 1900) en el puerto más importante de los Estados Unidos  y centro neurálgico de las transacciones comerciales del país (en 1884 el 70% de las importaciones de EE.UU. transitaban por él), mulplicando por 20 el número de bancos de la ciudad desde 1845 a 1883. La inmigración multiplicó también, exponencialmente, su población, lo que llevaría a su evolución arquitectónica a partir de 1902 con el primer rascacielos.
También la cultura florecía en la urbe: entre las décadas de 1860 y 1880 se construyeron los edificios de la Opera el Metropolitan Museum, el Zoo…
     La transformación de la ciudad, la población inmigrante, las bolsas de pobreza y marginalidad que la ciudad en desarrollo genera, el crecimiento económico financiero, el espíritu renovador de la psiquiatría o la gestación de la criminalística científica, con aportes que luego se habrían de ver decisivos, como las huellas dactilares, está presente de un modo u otro en El Alienista, a veces sólo apuntado, a veces como un telón de fondo sensible en la trama y, otras, formando parte de su esencia.
     La novela, además, construye la trama de manera racional y coherente, sin casualidades o sobresaltos folletinescos tramposos para entretener al lector. Los amantes del género policiaco, de la investigación criminal, de series como Mentes Criminales o, sencillamente, de las novelas bien hechas disfrutarán, sin duda, de El Alienista.

Comentarios

  1. Gracias por esta crítica. He recibido esta novela como regalo y tuve curiosidad por conocer más sobre la misma y sobre su autor. Desde ahora sé que la disfrutaré. Saludos desde Houston, Irina

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